Roadtrip a Mar del Plata: Comer, Morfar y Hablar!!

Después de dos semanas de lluvias incesantes, y  a pesar de un pronóstico poco alentador para el fin de semana largo, decidimos de prepo emprender un Roadtrip a Mar del Plata con Malala, Manu y Tani, la mini Schnauzer de Manu que se convirtió en la cuarta integrante de este viaje espontáneo donde la consigna era «Activar» (además de comer todo aquello que osara pasarse por enfrente).

  
Bienvenidos a la Costa!

Cinco horas  de viaje nos depositaron en La Feliz donde, después de dejar los bolsos y recorrer medio Mar del Plata en busca «del  barcito que estaba en la esquina y tenía pizzas cuadradas y decoración cool«, aterrizamos en Tio Curzio para saciar el hambre del viaje y tomarnos unas merecidas cervezas «amarillas» Patagonia.

El menú incluyó muzzarellas fritas,  rabas, tortilla española con longaniza y unos pinxos de tomate cherry, albahaca y queso -como para  aligerar tanta fritura. Dos cervezas más  tarde, con la vista del mar y a pesar de la lluvia que no cesaba , brindamos por decirle SI  al momento.

Nos despertamos el domingo con un rayo de sol que se colaba por las persianas de madera de la casa de Punta Mogotes. De la cassettera del  estéreo salía la voz  de Brian Adams que nos cantaba: «Those were the best days of our  lives…back in the summer  of  69». Y ahí la ví, la tostadora  del futuro;  de tan vintage que era había hecho un  círculo completo y había vuelto al futuro. Lejos, las mejores  tostadas que comí en mi vida. El calor de la rejilla, que  se activa ni  bien la enchufás da un color dorado a las cuatro tostadas  que simultáneamente se doran de a un lado por vez, consiguiendo el tono perfecto. Sí, Brian Adams tenía razón, con esta  tostadora el año 69 seguro tuvo «the best days of our life».


Desayuno y sol de domingo

Dejamos las camperas en el cuarto y a las dos de la tarde -y en remera en pleno agosto- estábamos arriba del auto listas para «descubrir» Mar del Plata. Manejamos por la costa, bajamos a la playa y con los jeans arremangados decidimos tocar el agua -wow, frío-, mejor nos volvemos a la orilla. Ver y tocar  el mar tiene ese poder renovador de bajarte los decibeles casi al instante. Todo tu cuerpo se suma al vaivén de las olas, al ritmo de las mareas y las vueltas y enrosques de la ciudad quedan atrás. Sólo importa el mar, el sol y ruido de las olas.


Postales playeras

Con el día que nos estaba regalando este inclemente agosto, entrar a almorzar a algún lugar encerrado no cabía dentro de las posibilidades. Así fue que pasamos por la Parrilla Huija, un clásico de Alem, con un ritmo frenético pero suave música brasilera que logra alcanzar ese equilibrio perfecto que tienen los que viven junto al mar. Pedimos para llevar un sandwich de matambre, un chorizo Huija completo, empanadas y una porción de papas fritas. Doggy Bag en mano nos sentamos en la Rambla, mirando al mar, con la intención de «Dominguear» y mirar impunemente al resto de los domingueros que salían  a dar la vuelta al perro. De más  está decir que el sandwich de matambre no me lo pude terminar…matambre asesino.


Almorzando Huija en la Rambla

Como la consigna era activar bastó que una dijera: ¿Vamos a tomar el té? Para que al unísono nos levantaramos y salieramos camino a encontrar «los mejores waffles de Mar del Plata», ubicados en una caseta surfer abajo del Parador Waikiki. Estarían todos los surfers en el agua, porque la caseta estaba cerrada y nos quedamos con las ganas de los waffles. Pero como ya se dijo alguna vez: «A falta de waffles, buenas son las tortas!» Con esto en mente subimos al Mirador Waikiki, a ver una de las mejores vistas de Mar del Plata durante la puesta del sol y compartir un Capricho, la torta de brownie, dulce de leche y merengue y tres cafés con leche.


Caprichos en la puesta de sol

Cayó la noche pero no nosotras. El Happy Hour nos encontró en el bar irlandés Kerry Keel, con los pies aún con arena y rodeadas de chicas super producidas para un domingo a la noche. Por suerte, nos habían pasado el dato de «Lucía Celachi» una especie de contraseña para entrar al lugar y poder sortear a la multitud que se agolpaba en la puerta para entrar. ¡Gracias Lucía! El Happy Hour, a $15 la pinta de cerveza, fue un hallazgo, así como el bar que tenía una estética muy cuidada y una mezcla ecléctica de gente de todas las edades. Varias pintas más tarde, nos despedimos de Kerry Keel. Teníamos una cita con Mr. Gómez.


Mr. Gómez y toda su onda

Entrar a Mr. Gómez, en Nicolás Avellaneda 1789, es entrar a otra década. Una década Kitsch. El restaurant está decorado con gigantografías de Marilyn Monroe, Corvettes y una pared simulando el costado de un micro/tren con vistas al mar. Solo puedo especular que el señor elegantemente ataviado detrás del mostrador con banquetas, cada una de un tono distinto en color pastel, era el auténtico Mr. Gómez. Brillante. Pedimos hamburguesas, pero no tenían pan de hamburguesa asique improvisaron el pedido con masa de fajitas a las que rebautizamos «Fanburguesas».


Así nos despedimos de Mar del Plata!!!

El lunes, feriado, nos despedimos de La Feliz a lo grande almorzando en el Adriático, en Martinez de Hoz 2749, unas lasagnas que nos habían dicho eran las mejores de Mar del Plata. No estaban tan errados. Claro que no probé ninguna otra, pero para no tener punto de referencia en dicha ciudad puedo decir con total confianza que la lasagna del Restaurant Adriatico es la mejor que probé en Mar del Plata. ¡¡Y los postres!! Llenas a más no poder, decidimos escuchar lo que tenían…la decisión: Un flan con dulce de leche (¡Qué Flan!) y un Tiramisú (¡Qué Tiramisú!).


Homenajeando a Nani

Partimos de vuelta a Buenos Aires sumando a Monica, una nueva integrante de este Roadtrip que se sumó en Kerry Keel. Dejamos atrás la casa de Punta de Mogotes, un santuario que recuerda en todo a un tiempo pasado donde todas las pequeñas cosas cuentan y tienen un lugar destacado. Un museo de pequeños momentos. Nos volvemos con las imágenes de las paredes llenas de platitos, cada uno con una historia; las mil y un cajas de fósforos con hologramas; la colección de candados, de sombreros. La colección de toda una vida de decirle SI al momento.

Nos volvemos felices, con la certeza de que volveremos y de que el ciruelo de la abuela, por más que pase el tiempo y la abuela no esté, nos seguirá esperando para regalar sus flores.

Hasta la próxima!!

3 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Vachu dice:

    gorditas lindas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    La casa de la nonaaaaaaa que maravilla hay que hacerla museo!!!

  2. Celina dice:

    Cómo hicieron para comer TANTO??

    1. Gourmetology dice:

      Hace 30 años que me entreno…

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